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“Esta velada crítica que hace el narrador al mundo de apariencias no resulta gratuita, pues el protagonista es un publicista exitoso que vive precisamente de ofrecer el lado más amable de una mercancía.”, indica el columnista literario Jaime Cabrera
Marco García Falcón (Lima, 1970) es uno de los mejores escritores de la narrativa peruana reciente. Y no lo digo como frase hecha. En su obra encontramos una confrontación constante entre la vida interior y el mundo material, el cual se refleja tanto en nuestra cotidianidad como en el pragmatismo a ultranza que se vive en estos días. La propuesta estética de MGF logró una cumbre interesante con Esta casa vacía (Peisa, 2017), obra reconocida este año con el Premio Nacional de Literatura, en la categoría novela. Estamos ante un autor, que además de saber contar una historia con destreza, tiene una poética que se materializa en un lenguaje que potencia la atmósfera opresiva de sus protagonistas, algunos de ellos artistas.
La luz inesperada, su cuarta novela, parte de una aparente premisa frívola: el reencuentro de un grupo de ex compañeros del colegio que vuelven a Cancún, balneario donde tuvieron su viaje de promoción quince años atrás. Narrada en primera persona por el exitoso publicista Bruno Gózar —subrayo lo de exitoso—, quien posteriormente nos revelará que este viaje organizado por él tiene una motivación relacionada con un incidente traumático durante aquel viaje colegial. Si bien este dato escondido demora en revelarse, hasta ese momento el lector se enfrenta a una historia que narra progresivamente esta inevitable rendición de cuentas de quienes no se han visto en mucho tiempo. Esta velada crítica que hace el narrador al mundo de apariencias no resulta gratuita, pues el protagonista es un publicista exitoso que vive precisamente de ofrecer el lado más amable de una mercancía.
Esta nouvelle, de lectura ágil, critica la visión superficial del mundo actual, aunque la historia parezca ir en esa línea; es decir, un reencuentro de treintañeros nostálgicos y con ganas de evadir sus respectivas rutinas. Si bien el giro del relato resulta algo forzado, sirve para darle complejidad a la personalidad del protagonista, quien en la primera parte da algunas claves sobre su vida personal, pero resaltando, sobre todo, ser alguien que se debe todo a sí mismo. Aunque no tiene la contundencia de Esta casa vacía, me parece legítimo que un autor experimente y no se repita a sí mismo.
Fuente: Perú 21 https://bit.ly/2N9Elqu